También en la gran democracia francesa, y concretamente, en la efemérides que se conmemora el 14 de julio, juega un papel preponderante el alcohol.
El 14 de Julio se celebra, en Francia la Fiesta Nacional. La Toma de la Bastilla. Se pretende que en tal fecha, en 1779, "el pueblo" se levantó contra la opresión y tomó , tras ardua lucha, la fortaleza de la Bastilla, donde el régimen monárquico mantenía arbitrariamente detenidos a sus enemigos políticos.
Pero no fue el "pueblo" de París quien se levantó ese día. Todos los documentos históricos y todos los historiadores dignos de ese nombre, sin excepción, demuestran que los revoltosos eran la hez del populacho parisino, entre la que agentes provocadores a sueldo, unos de Inglaterra y otros de los clubs y logias habían hecho correr el alcohol.
Una turba de borrachos que se presentaron, instigados por sus mentores, ante los muros de la bastilla y exigieron al gobernador de la misma, De Launay, que se rindiera y libertara a los presos cuya custodia le había sido encomendada.
De Launay se negó y el populacho intentó un desorganizado ataque que fué fácilmente rechazado por el batallón de Inválidos que guardaba la fortaleza (35). Esto hizo reflexionar -o intentarlo, entre las brumas del alcohol- a los asaltantes.
Se dirigieron nuevamente al comandante de la fortaleza, para proponerle que les entregara a los presos. A cambio, le prometían respetar su vida y la de sus hombres, que se podrían marchar tranquilamente a casa. Así se evitaría un inútil derramamiento de sangre. De Launay cedió, y lo pagó muy caro.
Todos los Inválidos fueron degollados, cortados a trozos y los restos paseados triunfalmente por las turbas, en las calles de París. La cabeza de De Launay, pinchada en una pica, fue llevada a Versalles y exhibida ante las ventanas de la Reina María Antonieta.
Los franceses airean sus banderas el 14 de julio. También lo hacen los militares y los funcionarios de la administración penitenciaria, sin duda para celebrar la masacre de De Launay y sus Inválidos. Pero esas banderas al viento no significan el fin de las detenciones arbitrarias.
Tras la llamada Liberación, en 1944-45, hubo en Francia más de medio millón de detenciones arbitrarias, puesto que se basaban en decretos "ex-post-facto". No significaban que los franceses sean libres de vivir fuera de la ortodoxia.
El sentido de esa fiesta nacional, ha dicho Cousteau, "es el símbolo de una opción, de una preferencia. No es por azar que el régimen republicano ha decidido reconocerse en esa efemérides cuyas circunstancias concuerdan, todas maravillosamente, con su estilo de vida. El 14 de julio es el triunfo oficial de la impostura, de la mentira y de la ferocidad".
Pretende hoy, la "Historia" oficial, que los vencedores de la Bastilla fueron unos héroes. En realidad la ciudadela capituló sin combate ("De Launay había perdido la cabeza antes de que se la cortaran" escribió Rivarol ) y la gloria de los vencedores es tan ficticia como la de los "sublevados" parisinos de 1944 (cuando los alemanes ya se habían retirado).
Se pretende que la caída de la Bastilla significó el fin de las detenciones arbitrarias. Pues bien: había en la Bastilla, el 14 de julio de 1789, ocho detenidos. Dos locos en espera de ser transferidos al manicomio de Charenton. Dos falsificadores de moneda. Tres ladrones. Y un sádico: Donatien Alphonse François de Sade. Y la Revolución, inaugurada el 14 de julio fue causa de matanzas sin precedentes e hizo arrojar en prisión a centenares de miles de inocentes.
Y no fue "el pueblo" en cuyo nombre tantos desmanes se cometen, quién se levantó, sino la chusma borracha, según unanimidad de los historiadores imparciales. Aunque luego, el día siguiente, el 15 de julio, los "ex-combatientes" de la Bastilla fueran diez veces más numerosos que los que habían estado, en realidad, bajo los muros de la fortaleza. Este fenómeno de multiplicación de los "Liberadores" debería repetirse en 1944. Y en esto están de acuerdo todos los historiadores no franceses y unos cuantos franceses honestos.
El autor es un aprendiz de la vida
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